Aunque ambos perfiles trabajan en el ámbito legal, sus funciones y atribuciones son distintas:
El abogado es un profesional del Derecho colegiado que está habilitado para representar y defender a sus clientes ante los tribunales. Su labor incluye la redacción de demandas, la asistencia en juicios y la actuación en procedimientos judiciales. Es la figura que interviene cuando existe un conflicto legal o es necesario acudir a la vía judicial.
El asesor jurídico, por su parte, se enfoca en el acompañamiento legal preventivo y consultivo. Su función principal es orientar, resolver dudas legales, revisar contratos, y asegurar que las decisiones empresariales o personales se tomen dentro del marco legal. No representa ante los tribunales, pero su labor es clave para evitar problemas legales antes de que surjan.
En resumen, el abogado actúa cuando ya existe un conflicto legal o hay que acudir a juicio; el asesor jurídico trabaja para prevenirlos, ofreciendo orientación constante y estratégica.